ELA
Afecta a las neuronas motoras del cerebro y a la médula espinal. Dejan de funcionar y por lo tanto no mandan mensajes a los músculos, estos se debilitan y pierden la capacidad de movimiento. Afecta también a la nutrición, la respiración... Por eso no solo deben tratarlo los neurólogos. En los últimos años ha mejorado la esperanza de vida, aunque sigue siendo baja. Normalmente aparece después de los 50 años y más frecuente en hombres que en mujeres. Si un familiar lo tiene es más probable padecerlo. Además, ser fumador, haber estado entre metales pesados de forma habitual... aumenta el riesgo.
Entre los síntomas están: pérdida de fuerza muscular en las piernas, brazos, boca, hasta llegar a la pérdida absoluta y dificulta la respiración que suele ser la causa de la muerte más común, lentitud al hablar, sensación de cansancio, calambres, contracciones musculares, parálisis, pérdida de peso, depresión (todo esto va a más según avanza la enfermedad). Esta enfermedad no tiene cura. Crea una dependencia total hacia quienes cuidan del enfermo. La mayoría mueren antes de los 10 años con la enfermedad. En algunos casos extraños, se detiene el avance de la enfermedad (Stephen Hawking).
Como los síntomas son muy comunes y parecidos a los que tienen otras enfermedades el diagnóstico tarda en llegar y hacen falta varias pruebas: electrodiagnósticas, sangre/orina, punción lumbar, resonancia magnética, mielograma de la columna cervical, biopsia de músculos/nervios, examen neurológico.